De Jean d'Aigle,
El perfume no es una fórmula fija, sino una alquimia viva. Desde 1945, nuestra Casa persigue la búsqueda iniciada por Jean Soutter: transmutar la materia en emoción, revelar el alma invisible de las plantas, las maderas, las resinas y las flores.
En nuestro taller, un órgano perfumero único reúne más de un centenar de materias primas naturales y moleculares. Este Códice, verdadero mapa olfativo, es a la vez brújula y lenguaje: vincula cada nota a una energía, cada acorde a una vibración.






Un perfume no se construye como la arquitectura, sino como una oración.
La rueda olfativa
de Jean d'Aigle no sigue las clasificaciones clásicas. Se basa en ocho energías fundamentales:
Claridad mental, Calmante, Anclaje, Elevación espiritual, Protección, Equilibrio emocional, Purificación, Revitalización.
Cada esencia encuentra su lugar en función de su fuerza interior, su temperamento y su poder evocador.






Para Jean d'Aigle, la alquimia es el misterioso encuentro entre la Naturaleza y el alma, donde cada nota se transforma en pura emoción.
Jean Soutter


Transformar la materia en emoción, captar el alma del mundo y convertirla en fragancia.
Así que
nace el arte del perfumista-alquimista: traducir lo invisible, componer lo intangible, transformar la mezcla en lenguaje y la fragancia en vibración.



